En el Club de Rugby Hospitalet, la inclusión no es solo un concepto; es una realidad tangible que late con cada pase, cada placaje y cada celebración en el tercer tiempo. La historia del equipo inclusivo del club es un testimonio de cómo el deporte puede trascender las barreras y unir a las personas en torno a valores universales como el compañerismo, la empatía y la superación personal.
La semilla de esta iniciativa fue plantada hace seis años, en lo que parecía ser una actividad rutinaria con usuarios de Talleres Bellvitge y Alpi. Lo que comenzó como un encuentro quincenal se transformó en un desafío inspirador cuando Jordi Sánchez, el director técnico del club, lanzó la idea de formar un equipo inclusivo. La propuesta, recibida con entusiasmo por jugadores, entrenadores, delegados y familias, se convirtió en un proyecto que hoy en día es motivo de orgullo para toda la comunidad del Hospitalet.
Un equipo con una misión clara
La filosofía del equipo inclusivo se centra en mucho más que el deporte. Se trata de trabajar en equipo, aprender de las diferencias, compartir experiencias y ser visibles en la sociedad como una categoría más. El rugby, con sus valores de respeto, disciplina y solidaridad, proporciona un marco perfecto para desarrollar estas habilidades y fortalecer lazos que van más allá del campo de juego.
En los entrenamientos, se refuerzan aspectos como el compañerismo, la pertenencia a un grupo y la empatía para gestionar las diferentes capacidades de los jugadores. Estos valores son los que diferencian al equipo inclusivo, no solo dentro del club, sino también en el panorama deportivo. Aquí, cada sesión es una celebración de la diversidad y un recordatorio de que todos tienen un lugar en el deporte.
El rol de la junta es clave
Un aspecto fundamental para que el equipo inclusivo haya logrado su consolidación ha sido la participación activa de toda la junta del club. La implicación de cada miembro, desde los entrenadores hasta los delegados y demás integrantes, ha sido crucial para que este proyecto no solo fuera viable, sino también un éxito rotundo. La junta directiva, trabajando de manera conjunta y con total apoyo, ha brindado las herramientas necesarias y ha garantizado que la integración de los jugadores con discapacidad se dé en un ambiente de respeto y camaradería. Sin esta cohesión y compromiso, el equipo inclusivo no hubiera podido avanzar de la manera en que lo ha hecho, demostrando que el trabajo colaborativo es la base de este logro.
Desafíos y aprendizajes
El camino, sin embargo, no ha estado exento de desafíos. Uno de los más importantes es aprender a aceptar y superar las limitaciones propias y las de los demás. También surgen pequeños momentos de tensión que se gestionan con paciencia y empatía. Sin embargo, los jugadores enfrentan cada obstáculo con disciplina e ilusión, mostrando un compromiso ejemplar tanto en los entrenamientos como en las competiciones y el siempre esperado tercer tiempo.
Entrenar a este grupo ha sido una experiencia transformadora. Según Agustín Peña, entrenador del equipo, incluso para quienes tienen experiencia trabajando con personas con discapacidad, verlos fuera de un entorno laboral, entregados al deporte y plenamente integrados en la vida del club, es profundamente inspirador. Es un recordatorio constante del poder de la motivación y la dedicación.
Impacto y futuro
El impacto del equipo inclusivo trasciende el ámbito deportivo. Dentro del club, son reconocidos y valorados como cualquier otro jugador, un reflejo del éxito de esta iniciativa en promover la integración social. En la comunidad local, son un ejemplo viviente de cómo el deporte puede cambiar vidas y romper barreras.
Ana Sánchez, delegada del equipo, subraya que uno de los mayores logros ha sido la integración total de estos jugadores dentro del club, donde no solo son parte de los entrenamientos, sino también de la vida social, siendo reconocidos y aplaudidos por todos. Este ambiente inclusivo ha sido clave para el crecimiento del equipo.
De cara al futuro, el equipo se propone seguir creciendo. La meta es sumar más jugadores y jugadoras, disputar más campeonatos y elevar su nivel de juego. También se busca fomentar una mayor participación de las familias y amistades en la vida social del club, fortaleciendo así el sentido de comunidad que define al equipo.
En el Club de Rugby Hospitalet, el equipo inclusivo no es solo un proyecto; es un símbolo de lo que se puede lograr cuando el deporte se utiliza como herramienta para construir un mundo más igualitario y humano. Una vez más, el rugby demuestra que, en su esencia, es mucho más que un deporte: es una escuela de vida.
Una crònica de Guadalupe López,
entrenadora del sènior femení